jueves, 23 de febrero de 2012

Estudiar para acabar en el ayuntamiento

Las dos comedias más valoradas por la crítica del momento se emiten en la NBC. Es curioso porque también son dos de las menos vistas de la parrilla americana. Estoy hablando, cómo no, de Community y Parks & Recreation. En unas semanas, la segunda saldrá de la programación para hacer sitio a la primera, que ha estado descansando desde diciembre, y mientras que la mayoría celebra la vuelta de los perdedores de la universidad de Greendale, yo no puedo hacer más que lamentarme al saber que no volveremos al departamento de parques de Pawnee hasta dentro de un par de meses.

No digo que Community sea mala, y como no la llevo al día (ahora estoy viendo la segunda temporada) tampoco puedo hacer un ejercicio de comparación en igualdad de condiciones. Sin embargo, la serie de Dan Harmon se pierde en sus propios universos y esquemas narrativos. Nadie duda a estas alturas de que Community sea la sitcom más original de la televisión, y seguramente sus guiones sean los más trabajados de la actualidad, pero con el paso de los episodios (y a mí me gustó desde el principio) ha ido abandonando la filosofía de la carcajada por lo referencial, hasta tal punto que la principal misión de los capítulos es parodiar, homenajear y hacer guiños a la cultura pop (y a sí misma). Pero yo cada vez me río menos.

Con Parks, la serie de Amy Poehler, me ha ocurrido todo lo contrario y cada vez la disfruto más. Sus comienzos titubeantes fueron dejados atrás rápidamente y se ha convertido en una genialidad que pocas veces encuentra rival (bajo mi punto de vista, sólo Modern Family y Cougar Town en sus episodios más inspirados pueden hacerle sombra). No sólo ha construido un núcleo entrañable, cosa que también consiguió Community, sino que cualquier línea de diálogo es comedia pura.

En Parks & Recreation todo funciona porque prácticamente ningún personaje flojea. El asocial Ron Swanson, la inocente y obsesiva Leslie Knope y el extremo entusiasta Chris Traeger (el mejor papel que Rob Lowe ha interpretado en su vida) no sólo están dibujados con esmero y precisión, sino que además no están definidos únicamente por lo extremo de sus personalidades.

Otra de las grandes virtudes de la serie es la vuelta de tuerca que le han dado a la tensión sexual. La relación entre Andy y April (otro de los grandes personajes de la serie), además de poco común, ha atravesado ya todos los estados posibles sin perder ni un ápice de frescura o gracia. Las excentricidades de estos dos no caen nunca en la monotonía y la química que tienen Aubrey Plaza y Chris Pratt no puede ser más palpable.

Afirmar, por tanto, que Parks & Recreation es la mejor sitcom del momento es arriesgarse demasiado en vista del panorama actual, en el que las comedias capaces de sacarte unas carcajadas no escasean (hasta 2 Broke Girls se merece una mención por ser una desternillante sucesión de chistes sobre penes y vaginas). Pero, de todas formas, establecer una jerarquía es algo completamente inútil. Parks & Recreation nunca decepciona, y Community, por su lado, adquiere valor por lo experimental y arriesgada que es, pero no siempre me deja satisfecho al terminar el episodio.

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