viernes, 27 de abril de 2012

Detrás de una mirada

Este blog (que nunca llegó a nacer) está ya más que muerto, como todo lo relacionado con esta cuenta de Blogger (ahora escribo en Recortes Audiovisuales, por si a alguien le interesa), pero por petición de @Fenjx, he recuperado una de las primeras entradas que escribí sobre 'The Good Wife' (enormemente larga y con unas cuantas afirmaciones categóricas muy exageradas, pero era joven y alocado y acababa de enamorarme de la serie, así que no me juzguéis).


Cuando hago una crítica de un producto cinematográfico o televisivo, normalmente pretendo hacer un balance o equilibrio entre los fallos y los aciertos, resaltando siempre mucho más lo que me gusta o lo que me saca de mis casillas según me guste más o menos el producto, o me parezca mejor o peor. Con The Good Wife no puedo hacerlo, por la sencilla razón de que es perfecta a mis ojos. No soy, por más que busco, capaz de encontrarle ningún fallo. Por eso, esta parrafada que viene a continuación no debería ni de considerarse una crítica, porque sencillamente es una alabanza, una oda a la perfección hecha serie. Ya lo dije ayer en Twitter: me parece una obra de arte, y uno de los ejemplos del altísimo nivel en el que se encuentra la ficción televisiva actualmente. Y, al menos para mí, lo mejor de la televisión no es Boardwalk Empire ni Mad Men o Breaking Bad. Hoy en día, y siempre bajo mi subjetivo punto de vista, lo mejor de la televisión es un sencillo procedimental de abogados (y viene de la CBS, ¡quién lo diría!).

The Good Wife se ha convertido en un éxito. Quizá no un éxito de audiencia, porque no es ni de lejos la serie más vista de la CBS, pero sí un éxito crítico. Cualquiera que ve la serie reconoce la calidad que derrocha en cada plano, y desde su estreno en 2009 no hace más que recaudar premio tras premio. Si ya el año pasado Julianna Margulies se llevó el Globo de Oro a la mejor actriz dramática, este año se ha hecho con el premio del Sindicato de Actores. Además, no hay entrega de premios en la que no esté nominada como Mejor Serie. De hecho es la única serie de una cadena en abierto que compite en esta categoría. En los pasados Globos de Oro se enfrentó nada menos que con series de la talla de DexterThe Walking DeadBoardwalk Empire y Mad Men.
Los críticos la adoran, tanto aquí como al otro lado del charco. Y es muy difícil encontrar a un blogger que la haya visto y no haya caído rendido a sus pies. Todo son alabanzas a una serie que ha resucitado el género legal, que estaba más que muerto en televisión. Yo ya escribí hace tiempo una entrada recomendándola, quizá sin mucho acierto. Y es que en aquel momento no supe explicar en concreto qué es lo que me gusta tanto deThe Good Wife. Pero ahora, tras haber visto los primeros episodios de la segunda temporada, que acaba de llegar a España, creo por fin haberme dado cuenta de qué es exactamente lo que hace que todo el mundo acabe hipnotizado por esta serie.

The Good Wife no es un drama de personajes, pero quizá cuente con los mejores personajes de la televisión actual. Todos y cada uno de ellos tienen algo, empezando por la propia Alicia, protagonista absoluta, y continuando por Eli Gold y Kalinda Sharma (dos personajes secundarios con un carisma increíble). Pero la clave por la que nos interesan los personajes de The Good Wife no es ya que estén mejor o peor construidos, participen más o menos de la trama o derrochen mayor o menor carisma. Los personajes de The Good Wifenos gustan porque son enigmáticos. Son un misterio para nosotros. Y la prueba de ello es que tras haber visto una temporada entera y una pequeña parte de la segunda, no tengo la sensación de conocer a los personajes mucho más de lo que los conocía en el episodio piloto. Conocemos su carácter, pero no sabemos qué les mueve a actuar como actúan.


Y no es que no sepamos nada de ellos. Poco a poco, lentamente, nos van dando pinceladas de la vida de todos ellos, pero sus pensamientos son un puzle para cuya realización aún disponemos de pocas piezas: no sabemos si Peter Florrick quiere volver con su mujer por amor o por intereses puramente políticos. No sabemos si los intereses de Eli Gold son únicamente catapultar a Peter al éxito o esconde algo más. No sabemos en quién confía Kalinda (si es que confía en alguien), a quién dice la verdad y a quién miente. Y, por supuesto, desconocemos quiénes de los miembros del bufete de Alicia son trigo limpio, ya que a priori nadie lo parece. Pero, para más inri, ni siquiera podemos decir que conozcamos a Alicia Florrick, la absoluta protagonista del show.

El entramado de relaciones e influencias de The Good Wife siempre acaba recayendo en ella directa o indirectamente. Alicia ha tenido que soportar más de lo que debería soportar ningún ser humano, y cuando las malas noticias se le vienen encima, ella reacciona siempre de la misma manera: con una cara de póker infranqueable, tras la que no sabemos si esconde furia, lamento, impotencia o desesperación. No pierde jamás la compostura, y prueba de ello son las sonrisas que esboza cuando se dirige a su suegra, cuando muchas veces lo único que desearía es estrangularla. Sólo pasa de vez en cuando: en ciertos momentos, Alicia estalla, harta de escuchar lo que la gente le dice en silencio, y es entonces cuando tenemos la sensación de acercarnos ligeramente a su mundo interno: está cansada de ser el centro de atención para todo el mundo. Pero, a pesar de eso, por mucho que mire fijamente a su hermano a los ojos y le diga firmemente que le da una segunda oportunidad a Peter porque lo quiere, no nos convence. Porque sabemos que también está Will, porque sabemos que estuvo muchos meses sin poder mirar a su esposo a la cara, y porque sabemos que sus hijos son el motor que impulsa su vida, y que por ellos sería capaz de aguantar a Peter el resto de su vida, desatendiendo cualquier emoción o sentimiento. Y, aun sabiéndolo, no tenemos nada que nos asegure que Alicia Florrick no sigue sintiendo algo por su marido.

Normalmente, los dramas de personajes, como Anatomía de Grey, suelen contar con unos protagonistas muy sufridos que en los minutos finales de cada capítulo explican a los demás con largas parrafadas lo que sienten. Esto en The Good Wife no pasa. Aquí los personajes dicen más con una mirada que con una palabra, y cuando acaba el capítulo, seguimos sin comprender por qué se han comportado así. No nos lo explican. Y eso nos gusta, porque lo desconocido nos gusta (prueba de ello el desencanto que produjo Perdidos en algunos conforme iba destapando sus cartas). Mientras que en otros dramas los personajes se desnudan ante el público, y lloran o se muestran pletóricos de felicidad, todavía no hemos visto a ninguno de los miembros del bufete Stern, Lockhart & Garner soltar ni una pequeña lágrima (a menos que me falle la memoria) en 26 episodios. A veces queremos saber más, a veces quisiéramos que todo se cociese más rápidamente, pero luego acabamos dándonos cuenta de que The Good Wife nos gusta por lo que es.

Muchas series nos enganchan con un misterio, mientras que otras nos enganchan a los personajes. En ésta, los personajes son el misterio, y eso la convierte en un peso pesado, que podría derrotar a Boardwalk Empire,Mad Men o Dexter en los Emmy sin que nadie abriese la boca para quejarse. Nadie se atreve a poner en duda la calidad de The Good Wife porque, simplemente, a quien no le gusta es porque no la ha visto.

Y en la segunda temporada, con los trapos sucios de Peter pasados por la lavadora, su campaña política se ha colocado en primera plana y está resultando muy interesante. La declaración de Will al final de la primera temporada ha hecho que en su relación con Alicia salten chispas, y la llegada del nuevo investigador, Blake, ha potenciado el ya de por sí gran personaje de Kalinda (con la que mantiene una extraña química), mostrándonos cómo se las puede gastar ésta si se siente amenazada. Por último, la llegada de un Carey ansioso de venganza a la fiscalía de Glenn Childs cierra un círculo de personajes estrechamente interrelacionados que son el motor de la serie. Pero no pretendo tampoco engañar a nadie. The Good Wife es también una serie de abogados con un caso por episodio. A mí que me gusta el género legal, esto no me echa para atrás, pero comprendo que a mucha gente sí. Aún así, creo que es un must-see en toda regla, que por suerte está poco a poco haciendo el ruido que merece y ganando repercusión.

De momento, y mientras siga codeándose con las grandes en las entregas de premios, sus audiencias (que no son malas, pero sí algo insuficientes para la CBS) no deberían hacernos temer por su supervivencia.